Vitamina D: Una Manera de Prevenir Caídas en Adultos Mayores
Parte importante de una buena salud tiene relación con lo que comemos. A través de la dieta, nuestro cuerpo absorbe proteínas, minerales, carbohidratos, vitaminas y muchos nutrientes que resultan vitales en el funcionamiento normal del cuerpo…más aún cuando envejecemos.
La vitamina D es una sustancia que cada día cobra mayor relevancia en la salud del adulto mayor. Principalmente, está involucrada en la absorción del calcio por parte del sistema óseo, logrando que este se “fije” en el hueso. Pero no solo tiene una acción directa en el sistema óseo, también se asocia a la síntesis de fibras musculares y a la generación de fuerza.
Lamentablemente, en la población de adultos mayores, la deficiencia de vitamina D, a pesar del consumo de calcio que pueda existir a través de suplementos, es una situación relativamente común y las consecuencias pueden ser importantes.
Dentro de estas consecuencias, podemos encontrar el aumento en el riesgo caídas y de osteoporosis, por consiguiente, el riesgo de sufrir una fractura, siendo más comunes las de cadera. Además, una deficiencia de vitamina D, junto a otros factores, lleva a un estado de debilidad muscular (principalmente de la extremidad inferior), llevando a una disminución paulatina de la funcionalidad de la persona y por último de la calidad de vida.
Múltiples estudios asocian la suplementación de vitamina D con una disminución en el riesgo de caídas en hasta un 20% en la población de adultos mayores.
¿Cómo prevenir el déficit de vitamina D?
De manera fácil y sencilla esta vitamina se puede obtener mediante una exposición moderada al sol, lo que hace que de forma natural nuestro cuerpo sintetice esta vitamina, pero también la podemos obtener de ciertos alimentos como: lácteos, pescados, margarinas fortificadas y algunos aceites. En caso contrario, se puede obtener mediante suplementos. En el caso de consumirlos vía suplementos, se recomienda una dosis diaria de 800 a 1.000 UI.
En conclusión, la vitamina D es una solución costo-efectiva comprobada y cierta en la reducción del riesgo de caídas y fracturas en la población de personas de 60 años o más, contribuyendo además en una función muscular normal.